martes, 22 de mayo de 2012

Amor, fuga, amor... Parte 7


Buen martes para todos los lectores!: como todo martes les trigo la séptima Y PENÚLTIMA parte del cuento... 
El tiempo paso y Julieta fue sobrellevando su dolor... los invito a leer como siempre. un beso grande y que disfruten...

Continuación de Amor, fuga, amor... Parte 6

En cuanto a mi…estuve muy pendiente en ese asunto, no me daba mucho tiempo para pensar en Pablo. Una tarde discutiendo con mi mamá pensé en él y en lo que me había dicho sobre defender lo que pienso sobre ellos, quizás me equivoqué, quizás no. Les dije todo lo que pensaba sobre TODO, sobre nuestra familia, sobre su relación, etc. etc. Ya era grande, tenía 19 años y era momento de decir… BASTAA!!!!!  Mis padres hicieron como si fuera que no les dije nada, lo que les dije les entro por un oído y les salió por el otro, creo que no duro ni dos segundos mi “discurso” en su cabeza. En fin, era un tema que me daba por vencido, como ya era más grande Ana me invito a su casa a quedarme el tiempo que quisiera, no iba a  haber problema; acepte la propuesta, aunque las cosas en su casa no iban bien, me adapte de la mejor manera.
Como les decía recién, ya tengo 19 años. Estudiaba licenciatura en letras en la Universidad. Me gustaba mucho la carrera, la universidad fue otro mundo para mí, es una aventura hermosa, es algo totalmente distinto al colegio. Le dije ¡chau! a religión y matemáticas. Mi sueño es ser docente o algo así. Me encantaría enseñar, y hacer UNA BUENA ENSEÑANZA, es decir, no como la que me enseñaban cuando era adolescente, me gustaria que los estudiantes se entusiasmen en la literatura, y que disfruten el mundo de la poesía, de los libros, de la escritura tal vez. Es un mundo único, y encantador.
Ana, mi amiga, estudiaba licenciatura en ciencias biológicas. Siempre fue lo suyo. De a poco nuestra amistad se fortaleció, vivir juntas nos hizo inseparables. Después de un tiempo su mamá mejoro en su estado de locura y la sacaron del psiquiátrico. De vez en cuando lloraba y reía, y se enojaba, pero a diferencia de antes no tenía reacciones violentas en absoluto, según los psicólogos decían que su estado emocional estaba mucho mejor.  
Cuando cumplí 20 empecé a trabajar en un bar, para juntar plata y darles a la familia de Ana., que me bancaban día a día. Era un poco de plata que ayudaba para la comida y otras necesidades en su casa.  
De vez en cuando llamaba a mi mamá por teléfono, le contaba que todo estaba bien, y nada más. Las cosas quedaron muy mal entre nosotras. Un día fui a casa para verlo a mi hermano, y saludarlos, le pregunte como andaban, me ofrecieron un poco de plata, les dije que no. Me preguntaron como estaba con la facultad y como andaba Ana y su familia nada más… cuando sali de la casa, estaba por la esquina y mi  mamá vino corriendo con un sobre.
-         Hija, esto es para vos… sé que te lo tendría que haber entregado hace mucho, pero quería protegerte. Miro el sobre todos los días, y creo que tengo que dártelo. Pablo me lo dejo el día que se estaba yendo para España, vino a la mañana y vos estabas en la casa de Ana. Me dijo que te dejaba un beso grande y que nunca te iba a olvidar…  juro que me hubiera encantado dártelo antes pero…
-         No puedo creer lo que me hiciste, te juro que no lo puedo creer, sabes lo importante que Pablo era para mí, y los primeros días la pase muy mal. Te voy a pedir que no busques escusas. Lo que me hiciste fue de terror.
Agarre el sobre y me fui…. Cuando llegue a casa de Ana, lo abrimos juntas:

“¿Para qué resistir? Resistir para encontrarse uno mismo. O simplemente para sobrevivir. Resistir es lo único que nos queda cuando ya nada nos queda. Resiste. Con el alma, con el corazón, con tus ojos, con tus manos, con todo tu cuerpo.”
Te amo mucho y nunca voy a olvidarte ni a vos, ni a todos los momentos que vivimos.
“LOS FINALES SON POSIBILIDADES DE NUEVOS COMIENZOS. LAS DESPEDIDAS, SON PROMESAS DE REENCUENTROS”        
No preguntes de quien es la frase amor mío… sabes que lo leí “de por ahí”. 
Te ama mucho… Pablo

Una mezcla de sentimientos se cruzaba en mi cuerpo: alegría al ver algo escrito por Pablo; tristeza por extrañarlo; enojo hacia mi madre que nunca tuvo el valor de darme un sencillo y simple sobre; curiosidad al no saber nada, absolutamente nada de él. 

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